El dolor según la IASP es una experiencia sensorial y emocional
desagradable asociada con una lesión presente o potencial o descrita en términos
de la misma.
La escala más utilizada para la valoración del dolor es la EVA,
que consiste en una linea horizontal o vertical de 10 cm , en la cual cada
extremo marca sin dolor y el máximo dolor posible sufrido.
El objetivo del manejo del dolor crónico geriátrico es aliviar el
dolor, más que erradicarlo, y llegar a la optimización de las AVD del paciente
geriátrico. Para ello habrá que empezar con la administración de dosis más
pequeñas que sean eficaces para ir valorando la mejor relación entre beneficios
y riesgos. También hay que implementar medidas físicas y psicológicas.
Hoy en día es frecuente tener numerosos pacientes geriátricos que
padecen dolor por el aumento de la población anciana, el aumento del síntoma de
dolor con la edad y las posibilidades terapéuticas para paliar el dolor. Sin
embargo, existen barreras que hay que salvar (el sentido de fatalismo que
hace considerar al dolor en el anciano
como algo normal, el deseo de ser un buen paciente resignándose a su dolor como
algo inevitable, un exceso del miedo a los opiáceos en la sociedad actual, que
traduce las consecuencias del uso recreativo de la heroína como algo común con
el empleo médico y controlado de opioides, la necesidad de un mayor número de
servicios específicos para el tratamiento del dolor, menos limitaciones
financieras y la necesidad de una mejor formación de los profesionales en el
uso de las medidas de control ante el dolor en el paciente geriátrico.
La prevalencia del dolor se ve aumentado cada 10 años de vida y
las causas más importantes son las oncológicas, aunque las no oncológicas
empiezan a ser causa del dolor a partir de los 50 años, como el dolor facetario
articular, que provoca problemas en la espalda en numerosos pacientes, polimialgia
reumática, enfermedad de Pager, neuropatías, patología vascular periférica y
coronaria.
En la actualidad hay muchos pacientes geriátricos que no tienen
controlado el dolor y esto puede producir un deterioro en el aspecto cognitivo,
depresión, trastornos del humor y reduce la actividad y la calidad de la vida
diaria de los mismos.
Las diferencias farmacocinéticas consecuentes a la edad y a las
enfermedades presentes en cada anciano pueden influir a los distintos procesos
del proceso de actuación del fármaco, que son la absorción, la distribución,
metabolización y eliminación. Esto hay que tenerlo en cuenta para el
tratamiento, además existen cambios fisiológicos y patológicos relacionados con
la edad que pueden llegar a modificar la farmacodinamia de numerosos fármacos.
El número de neuronas, ramificaciones dendríticas y sinapsis son menores en el
anciano lo que permite que haya un déficit funcional dopaminérgico, serotoninérgico,
colinérgico y gabaérgico, que provoca que algunos fármacos que actúan sobre
estos sistemas puedan facilitar efectos adversos como los delirios por ejemplo
(benzodiazepinas con opioides).
Para realizar un buen tratamiento es esencial conocer las
peculiaridades tanto del fármaco como del paciente geriátrico, por lo que en
vez de centrarnos en su edad cronológica, lo haremos en su edad funcional
(capacidades funcionales y condiciones comórbidas).
Hay opioides que por producir metabolitos tóxicos no son muy
aconsejables en estos pacientes, como la metadona, meperidina y el
dextropropoxifeno, en el anciano se requiere una menor dosificación de opioides
pero no debemos olvidar que esta tiene que ser individualizada hasta llegar a
una respuesta clínica adecuada, administrándolos mediante la vía transdérmica y
la vía oral, pudiendo proporcionar una mejor calidad de vida.
El problema de las interacciones farmacológicas debe tenerse en
consideración, sin embargo, se permite el uso conjunto de opioides con
antidepresivos, anticomiciales, corticosteroides, bifosfonatos, etc., que
pueden mejorar el control de distintos tipos de dolor. La potenciación de los fármacos
opiáceos y de los AINE en el dolor inflamatorio se permite, sin embargo, los
AINE tienen distintos efectos adversos sobre la mucosa digestiva y sobre todo a
nivel renal y cardiocirculatorio. Por lo que para hacer un uso conjunto de opiáceos
con otros fármacos tendremos que tener en cuenta la función hepática y renal.
Sociedad Española del dolor:
http://portal.sedolor.es/
Bibliografía:
Álamo C. Opioides y dolor crónico en el paciente geriátrico. Del reto al éxito. Rev. Soc. Esp. Dolor. 2008. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1134-80462008000700001&script=sci_arttext
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